Aquí. Hoy.



Ya somos el olvido que seremos.

El polvo elemental que nos ignora

y que fue el rojo Adán y que es ahora

todos los hombres, y que no veremos.

Ya somos en la tumba las dos fechas

del principio y el término. La caja,

la obscena corrupción y la mortaja,

los ritos de la muerte, y las endechas.

No soy el insensato que se aferra

al mágico sonido de su nombre;

pienso con esperanza en aquel hombre

que no sabrá quien fui sobre la tierra.

Bajo el indiferente azul del cielo,

esta meditación es un consuelo.




Jorge Luis Borges
Harold Alvarado Tenorio

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